A pesar de que casi toda la población padecerá dolor de espalda en algún momento de su vida, afortunadamente no reviste gravedad en la mayoría de casos. En un gran porcentaje, disminuye al mes de iniciarse.
Los fisioterapeutas y médicos utilizan la expresión “banderas rojas” para aquellos signos y síntomas que podrían delatar una enfermedad grave en la columna u otra parte del cuerpo.
Algunas señales de aviso son experimentar alteraciones sensoriales y musculares (hormigueos en los miembros, pérdidas de fuerza, incontinencia urinaria…), perder peso sin justificación, haber sufrido un golpe, sentir dolor en la región torácica o tener fiebre.
Por eso, aunque el dolor de espalda habitualmente sea benigno, se debe acudir a un profesional de la salud siempre que existan dudas. Mientras no haya banderas rojas debemos mantener tranquilidad, porque no hay señales de patología grave.
El sedentarismo, gran enemigo de nuestra salud en general, favorece que el dolor de espalda se alargue y genere mayor discapacidad. Por eso, el reposo debe estar debidamente justificado y limitarse al tiempo mínimo posible.
No se ha demostrado que la práctica deportiva (de ocio o de competición) haga reaparecer el dolor de espalda. Más bien favorece que los beneficios del tratamiento de fisioterapia se mantengan, siempre que se regulen la intensidad y la duración.