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Hoy en día, existen diversas maneras de violentar a las mujeres, una de ella es la violencia ginecológica y obstétrica. Esta sucede cuando un especialista sobrepasa los límites en la revisión física o las prácticas realizadas por integrantes del equipo de salud que pueden implicar una atención o tratamiento deshumanizado.
Esta forma de violencia de genero se manifiesta desde comentarios hirientes, machistas y racistas, hasta un maltrato en la salud sexual y reproductiva. La violencia ginecológica también se presenta en forma de maltrato hacia las pacientes cuando el profesional en salud lastima a la paciente durante la revisión.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que las mujeres deben asistir a los controles ginecológicos por lo menos una vez al año. Sin embargo, algunas mujeres evitan en lo posible asistir a las consultas ginecológicas, debido principalmente a violencia ginecológica; es decir, malas experiencias y traumas durante las revisiones.
Tras lo anterior, la sensación de vulnerabilidad, la medicalización y la patologización de procesos naturales son parte de la experiencia común de muchas usuarias durante la consulta ginecológica. Así como también son juzgadas por prácticas sexuales en tono moralizante; escuchan comentarios inapropiados de índole sexual referidos a su cuerpo o genitales; reciben comentarios impertinentes referidos a su físico o vestimenta.
De acuerdo con la ginecóloga Montse Catalán, en entrevista con el medio The Objetive, el sexismo en las consultas se ejerce porque la paciente es mujer, independientemente de que el profesional sea un hombre u otra mujer. “Nuestro trabajo debe basarse en un escrupuloso respeto por integridad física y moral de las mujeres. Las actitudes de desprecio, o de paternalismo deben ser sustituidas por empatía“, agregó la especialista
Igualmente, la OMS reconoció que la violencia ginecológica no solo viola el derecho de las mujeres a una atención respetuosa. Sino que también puede poner en peligro su derecho a la vida, a la salud, a su integridad física y a no ser objeto de discriminación.
Con ello, lo más grave es que este tipo de malas prácticas han sido “normalizadas” y “naturalizadas” dentro de los servicios médicos. La violencia ginecológica es un tema real, pero con muy poca visibilidad hoy en día.