La sonda Voyager 2 lleva desde 1977 deambulando por el espacio y, en este tiempo, ha alcanzado una distancia con la Tierra de unos 20.000 millones de kilómetros. Al estar tan lejos, la información tarda en llegar más de 22 horas y, en tres años, podría dejar de hacerlo.
Según el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, los cinco instrumentos de la nave podrían permanecer activos hasta 2026 gracias a un ajuste reciente que permite redirigir algo de la energía destinada al sistema de seguridad. Pese a la afirmación, el equipo reconoce que hay cierto riesgo de que sus perdiciones pueden fallar si el sistema sufre irregularidades.
Voyager 2 lleva casi 46 años explorando el Universo. Comenzó visitando de cerca varios planetas lejanos del Sistema Solar y, después, viajó por el límite de una capa protectora que rodea al Sol y que nos protege de su radiación, la heliosfera, donde todavía recopila datos.
Linda Spilker, científica del proyecto en el JPL de la NASA, explicó que la información que captura Voyager 2 y su antecesora, la Voyager 1, “se vuelve más valioso cuanto más se alejan del Sol”. Por ello, el equipo está interesado en que todos los instrumentos científicos estén en funcionamiento el mayor tiempo posible.
Los generadores de las sondas pierden cada año energía a raíz del continuo deterioro. Este problema no afecta a la recopilación de datos, pero ha provocado que se tengan que apagar los calentadores y otros sistemas no esenciales para compensar la pérdida de energía. Recientemente, la NASA había comprobado que un instrumento científico estaba a un año de apagarse y, con el traspaso de energía, han logrado posponerlo.