El presidente Donald Trump anunció la compra por parte del Gobierno de Estados Unidos de 100 millones de vacunas contra la COVID-19 a la farmacéutica Moderna.
Trump no aclaró, no obstante, si una vez estén en posesión del Gobierno, la Administración planea distribuirlas de manera gratuita entre todos sus ciudadanos o si, por el contrario, será necesario realizar un desembolso por ella. Tampoco abordó cómo se procedería a la selección de los primeros beneficiarios en un país que cuenta con una población de más de 320 millones de personas.
El presidente destacó, eso sí, que éste es sólo uno de los acuerdos alcanzados con diversas compañías que están trabajando en el desarrollo de una vacuna contra el nuevo coronavirus, todas ellas, según dijo, “tremendamente prometedoras” y cuyo desarrollo avanza “años por delante” de lo esperado.
Rusia afirma que su vacuna es segura y que comenzará las inoculaciones en octubre.
Las palabras del presidente estadounidense se producen en el mismo día en que su homólogo ruso, Vladímir Putin, anunció que Moscú ya ha dado luz verde para la producción de una vacuna desarrollada por el Instituto Gamaleya.
El anuncio del Kremlin ha sido acogido con escepticismo tanto por parte de la comunidad internacional como por parte de numerosos científicos en Rusia, pues esta vacuna no se ha sometido a la tercera -y última- fase de pruebas establecida por la normativa internacional, que es la que contempla su inoculación en miles de seres humanos para determinar sus efectos con precisión.
El secretario de Salud de EE.UU., Alex Azar, reaccionó a esta noticia subrayando que lo importante “no es ser el primero”.