Creer que eres capaz de gestar cada día un nuevo mundo; abre la flor de la esperanza y enraíza la semilla de los sueños; germina la ilusión para ver consagrados tus ideales al paso de los años; enciende la mirada a los afanes de tocar con la punta de los dedos nuevos cielos; faculta a cada instante un nuevo viento… una nueva ilusión… otra esperanza.
Lucha por los momentos más amables, por conseguir en actos honorables la franca convicción de tus ideales; respeta a quien te enseña, protege a quien te orienta, exalta a quien te guía; procura mirar rosas, sus mágicos colores, exhala su perfume y admira sus pigmentos; no absorbas podredumbres ni miserias, no aclames el delirio, ni pidas devoción por lo insensato, aparta de tu vida todo lo que te induzca a ver abismos, desaciertos, precipicios, odios e incertidumbres y maldades.
Siéntete siempre humano, date la garantía de los triunfos con la fiel comunión de lo sagrado.
No decaigas jamás por conquistar honores, y rechaza lo vil, lo que carcome el alma y la conciencia. Se siempre hidalgo, gallardo y elocuente, destruye con honor las turbulencias que te arrastran al vicio, y levanta la vela de los sueños para que tu velero no naufrague en el mar de los negros arrebatos e infames desconsuelos.
Imponete ante todo y por todo a lo cretino, echa a andar el mágico arcoiris de lo noble y decente, lo racional, lo digno y decoroso.
Nunca seas como el magro gusano que se ve interrumpido por el fango para alcanzar la meta, vuela alto como el águila fiera para admirar el mundo desde arriba, aunque pose sus patas en la tierra cuando sea necesario caminar sobre el polvo.
Se ante todo y por todo amigo de los cambios, de las transformaciones positivas, saca la dignidad de un caballero o se cómo la hermosa dama de sutil convicción y hondos anhelos, pero jamás olvides que eres un ser humano, con gracias y defectos, ventajas y tropiezos, no pierdas perspectiva del esplendor del sol en los amaneceres.
Que la fe te acompañe cada día.