La tecnología de impresión 3D se ha desarrollado muchísimo en los últimos años, y ha demostrado ser eficiente y más asequible que otras técnicas de fabricación tradicionales. Se ha convertido en algo tan común que cada vez vemos más ámbitos en los que se aplica esta tecnología de manera exitosa.
Nada parece fuera del alcance de la impresión 3D: hemos visto cómo se usaba esta tecnología para construir casas, piezas de aviones e incluso tablas de surf hechas de plástico reciclado. Pero su utilidad no termina ahí.
Hay un campo en el que todavía no ha logrado adentrarse por completo, y es en la medicina. La impresión 3D ya se usa en varios ámbitos de este campo, y aunque la medicina presenta algunos obstáculos que parecen difíciles de sortear, últimamente se han desarrollado varios proyectos muy interesantes.
El último avance de la impresión 3D aplicada a la medicina es la conocida como bioimpresión, es decir, impresión de material biológico. Y tiene un potencial enorme, por lo que numerosos científicos están dedicando su tiempo a investigar para hacerla completamente funcional.
Este es el caso de Michael McAlpine, un ingeniero mecánico de la Universidad de Minnesota. Este ingeniero lleva varios años investigando para mejorar los implantes oculares y auditivos, ya que los que están disponibles actualmente no son tan funcionales como podrían llegar a serlo.
Uno de sus principales proyectos está centrado en la creación de orejas artificiales. Mediante un conjunto de células humanas, colágeno y algunos componentes electrónicos, estas orejas bioimpresas son capaces de detectar sonido.
Además McAlpine ha creado, también mediante impresión 3D unas prótesis oculares capaces de detectar luz y convertirla en señales eléctricas, lo que sería el primer paso para crear visión artificial por primera vez.