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El turismo es una de las ramas más importantes del sector servicios y con mayor crecimiento a nivel mundial. Según la Organización Mundial de Turismo (OMT) este sector genera en promedio más de 3.7 mil millones de dólares y crea aproximadamente 204 millones de empleos, 10.6% de la fuerza laboral mundial. Aunque tiene grandes beneficios económicos, el impacto del turismo en el medio ambiente ha sido desbastador e incluso contraproducente contra el mismo sector.
Durante décadas el turismo se mantuvo estable con el modelo “avión, hotel, playa”, pero hace 15 años este modelo comenzó a presentar crisis. Si bien el turismo de masas ayuda a la economía mundial, este modelo perjudica el medio ambiente. El sector requiere de gran infraestructura pero deteriora constantemente su entorno, afirma Gustavo Pardoes, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Donde hay más turismo hay más consumo eléctrico, alimentación, transporte, todo se traduce en contaminación.
También contribuye a la degradación ambiental al convertir áreas naturales aisladas, así aunque el turismo es fuente de riqueza para las naciones, el daño es peor que el beneficio. De esta manera, ante la pérdida de calidad del turismo convencional y de la creación de una conciencia colectiva de cómo ha sido el impacto del turismo en el medio ambiente, surgió otro modelo. Este fue el ecoturismo, es decir, turismo que tiene como destino la naturaleza (montañismo, campismo, buceo, safarí, canotaje). Dicho modelo ha tenido gran éxito, de acuerdo a la OMT este turismo genera al año alrededor del 7% del gasto total en viajes internacionales.
Como ejemplo de ello está Kenia donde los safaris generan 400 millones de dólares anuales; las Islas Maldivas gracias al buceo consiguen más del 80% de su PIB. En Costa Rica la contemplación de aves silvestres representa más del 75 % de su turismo y es la segunda fuente de sus divisas. No obstante, el impacto del turismo en el medio ambiente ha sido enorme, tanto que este irónicamente se está destruyendo a sí mismo, asegura Pardoes.
Un ejemplo de ello es el reciente caso de Canadá donde miles de turistas viajaban para ver la temporada de nacimiento de focas en Quebec. Esta se ve perturbada por el calentamiento global causado por el uso excesivo de aviones y la contaminación de las costas. En diferentes ocasiones desde 2010 no ha habido hielo suficiente en el Golfo de San Lorenzo. Esto implica no habrá visitantes y un futuro inestable para el turismo dependiente del cambio climático.
“Se necesitan cuatro meses para construir una buena capa de hielo“, indica Peter Galbraith, oceanógrafo del Departamento de Pesca y Océanos de Canadá. “Este es necesario porque sin él las focas no dan a luz y es el acto que le gusta presenciar a los turistas. Cuando la capa de hielo era constante, la temporada duraba cuatro o cinco semanas, ahora dos semanas es ventaja“. Se están perdiendo muchos ingresos concluye Hamill y de seguir así en 20 años ya no habrá hielo y tal negocio desaparecerá por el impacto del turismo en el medio ambiente.
A menos que se tomen medidas efectivas como reducir la basura, evitar sacar criaturas de sus hábitats naturales, el impacto del turismo en el medio ambiente se reducirá. La situación ahora es negativa y podría empeorar, la ONU Medio Ambiente afirma en 2050 habrá más plástico que pescado en los océanos y los polos estarán completamente derretidos. Ello conllevaría al fin de varios ecosistemas, al mismo tiempo el fin del negocio turístico en distintas regiones.