Nos agarró por sorpresa y, aunque no fue el apocalipsis, despertó todos los miedos habidos y por haber que puede despertar un enemigo mortal e invisible.
El 2020 nos trajo no solo una pandemia que nos ha cambiado de era -nos hizo asumir y despojarnos de nuevas y viejas conductas- sino un mapa político, económico y antropológico que apenas empezamos a conocer.
El 2020 ha sido un año tan atípico que la Mayo Clinic hizo un estudio específico sobre problemas mentales, emocionales y de comportamiento, y una serie de sugerencias para enfrentarlo.
Pero quién si no nosotros los mortales para saber lo que ha pasado y en qué desenlazó este capítulo que se convirtió en un punto y aparte, con una continuación de la que desconocemos la longitud y efectos totales de sus secuelas.
La pandemia trajo el confinamiento y el confinamiento, a su vez, la necesidad de estar todo el día conviviendo con nosotros mismos, sin la distracción del apuro para salir a la oficina, la parada en el súper, las citas de los niños, las fiestas, las reuniones, las actividades extras.
Estar, estudiar y trabajar en casa nos obligó a convivir sin remedio con quienes somos. Afloraron nuestros miedos y encontraron espacio nuestros pequeños placeres.