Son casi las 9:00 de la mañana y Jorge Muñoz, atleta de tiro, modalidad pistola, ya se puso los lentes, la visera, el cinturón y cargó su pistola para comenzar su práctica en el polígono de tiro del Estadio Nacional Jorge “El Mágico” González, donde afinó su puntería con unos 100 disparos al blanco.
Al día siguiente, el atleta guardó las armas y demás implementos, para ponerse el uniforme de instructor de aviación y explicar a sus pupilos el funcionamiento de un avión, además de todas las maniobras sobre cómo volar una aeronave.
Así, semana a semana, Jorge Muñoz organiza su tiempo para alternar su faceta como atleta de tiro con la de instructor en el Centro de Adiestramiento Aéreo Académico (CAAA) en el Aeropuerto de Ilopango.
Muñoz asegura que la disciplina y sentido de responsabilidad adquirida como atleta de tiro le han servido para su trabajo como instructor y otras facetas de la vida.
“El tiro siempre me ha dado un gran enfoque en cuanto a la disciplina y responsabilidad, sobre lo que tenemos qué hacer y tomar las cosas en serio. Manejar armas no es un juego y eso le da a uno cierta madurez emocional. Como piloto e instructor, el tiro ya me había facilitado esa experiencia de sentirme responsable de algo que, potencialmente, podría poner en peligro la vida de los demás si lo hago de la manera errónea”, explica el atleta de 24 años.
En cuanto a su faceta deportiva, Jorge Muñoz compite en la modalidad de pistola de aire 10 metros y pistola rápida 25 metros desde hace más de una década.
Su primer contacto con una pistola fue a finales de 2011 y bajo la dirección técnica de su entrenadora Ninfa Chávez, Muñoz ha logrado mantenerse en la selección nacional y representar al país en las diferentes competiciones del Ciclo Olímpico.
Test técnicos, entrenamientos, competiciones nacionales e internacionales son parte de la agenda de Jorge, quien este año tendrá como reto la Copa de las Américas e iniciar la búsqueda de una plaza para los Juegos Olímpicos París 2024.
La otra pasión
Jorge Muñoz se graduó de piloto en diciembre de 2017 luego de dos años de estudio teórico y práctico en el Centro de Adiestramiento de Aviación Académico (CAAA), escuela que le dio la oportunidad de continuar como instructor y le ha permitido vivir al máximo su otra pasión.
Muñoz explica que la aviación le llamó la atención desde que estudiaba noveno grado e iba al Aeropuerto o al Show Aéreo en Ilopango.
“Desde que me gradué del colegio yo estaba decidido a estudiar aviación. La carrera es cara, pero hay maneras para financiar, igual que en universidades que hay préstamos, la mayoría de nosotros (pilotos) sacamos préstamos estudiantiles, eso es lo más común, todos hacemos el esfuerzo, lo bueno de esta escuela es que le ofrece su primer trabajo a los pilotos que se gradúan, nuestra escuela forma sus propios instructores y así vamos garantizando el mismo standard de calidad que hemos venido enseñando”, comenta Muñoz.
Jorge suma 600 horas de vuelo y recuerda muy bien el ritual del “soleo” el cual pasó en marzo del 2016 y ya realizó a varios de los nuevos pilotos.
“Después de que un alumno realiza su primer vuelo solo realizamos el ‘soleo’ que consiste en rapar al alumno y le echamos el aceite usado del avión, es un ritual a nivel internacional. Cuando rapamos al alumno le hacemos una línea en la cabeza que simboliza la pista y el aceite es como el escudo de protección cuando vuela”, explicó Muñoz.
El funcionamiento de un avión, las partes de una aeronave, prácticas de emergencia, maniobras de despegue y aterrizaje son algunas de las temáticas que imparte Jorge Muñoz en su trabajo como instructor en el CAAA en las que combina teoría y práctica.
“Es la mejor carrera por la que me pude haber decidido, no me imagino en una carrera normal, entre comillas, como estar en una oficina, no porque el trabajo sea malo, pero yo siento que eso no era lo que me llamaba a mí, me han gustado los trabajos pocos convencionales”, enfatiza.