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Un nuevo estudio de resonancia magnética reveló que consumir alcohol, incluso en cantidades bajas o moderadas durante el embarazo, puede cambiar la estructura del cerebro del bebé. Otra consecuencia es el posible retraso del desarrollo de su cerebro.
Producto del análisis a fetos con exposición al alcohol se detectó una puntuación de maduración total fetal mucho menor. Esto en comparación con fetos de la misma edad, además el surco temporal superior (STS) derecho fue más superficial. El STS está involucrado en la cognición social, la integración audiovisual y la percepción del lenguaje. Se observaron cambios cerebrales en los fetos incluso con niveles bajos de exposición al alcohol.
Al respecto, el doctor Kienast dijo que 17 de 24 madres bebían menos de una bebida alcohólica por semana y que a pesar de ello pudieron detectar cambios significativos mediante resonancias magnéticas prenatales. Según los investigadores, el retraso en el desarrollo del cerebro fetal podría estar específicamente relacionado con varios factores. Por ejemplo, una etapa retrasada de mielinización y una girificación menos marcada en los lóbulos frontal y occipital.
¿Qué es el proceso de mielinización?
La mielina protege las células nerviosas, permitiéndoles transmitir información más rápido. Los beneficios en el bebé relacionados a este proceso son darse la vuelta, gatear y procesar el lenguaje. Por otra parte, la girificación se refiere a la formación de los pliegues de la corteza cerebral. Este proceso amplía el área superficial de la corteza cerebral con espacio limitado en el cráneo, permitiendo un aumento en el rendimiento cognitivo.
Sin embargo, no está claro cómo estos cambios estructurales afectarán el desarrollo del cerebro en estos bebés después del nacimiento. Por lo tanto, los investigadores deben esperar a que los niños examinados como fetos crezcan e invitarlos a realizar más exámenes, dijo el Dr. Kienast. Pero resaltó: “podemos asumir firmemente que los cambios que descubrimos contribuyen a las dificultades cognitivas y conductuales que pueden ocurrir durante la infancia”.
El autor principal del estudio son el doctor Gregor Kasprian y el doctor Patric Kienast y los coautores del estudio son Marlene Stuempflen, Daniela Prayer, Benjamin Sigl, Mariana Schuette, y Sarah Glatter. Para realizar el estudio analizaron exámenes de resonancia magnética de 24 fetos con exposición prenatal al alcohol. La edad de los fetos fue de entre 22 a 36 semanas de gestación en el momento de la resonancia magnética. La exposición al alcohol se determinó mediante encuestas anónimas a las madres a través de método PRAMS, una herramienta de medición de cuatro preguntas que identifica el consumo de riesgo.
Por último, Gregor Kasprian señaló que la resonancia magnética fetal es un método de examen altamente especializado y seguro. “Nos permite hacer afirmaciones precisas sobre la maduración cerebral prenatal”, dijo. Y agregó que “desafortunadamente, muchas mujeres embarazadas desconocen la influencia del alcohol en el feto durante el embarazo”. Ante tal hecho, resaltó la obligación de “no solo investigar, sino también educar activamente al público sobre los efectos del alcohol en el feto”.