El pitcher salvadoreño Carlos Martínez cumplió su sueño de integrar la selección mayor y, a la vez, convertirse en entrenador, pero ahora tiene hambre de más: subir al podio en los Juegos Centroamericanos y del Caribe San Salvador 2023 y escalar peldaños en su carrera profesional.
El amor y la pasión por el sóftbol comenzó a crecer en Carlos desde temprana edad, cuando incursionó en este deporte por curiosidad tras ver a varios de sus amigos practicándolo. Fue como amor a primera vista. Con escasos seis años se puso un guante y comenzó a conocer más de cerca el sóftbol, disciplina en la que ha cosechado triunfos y penas, pero que lo mantiene enganchado hasta el día de hoy, con 24 años de edad.
Martínez confesó que, tras practicar este deporte por varios años, comenzó a soñar con integrar algún día la selección nacional y, luego, con ser entrenador. Ambas funciones las ha cumplido con creces. A los 15 años fue convocado por primera vez a una selección juvenil y tan solo dos años más tarde, recibió su primera convocatoria para la mayor.
“Quiero pertenecer a la selección y ser entrenador todo el tiempo que sea posible porque ha sido mi sueño desde niño”, recalcó el lanzador.
La historia de Martínez con el sóftbol comenzó a los seis años, en el Miniestadio de la Colonia Zacamil, escenario en donde ha compartido con sus compañeros y amigos el entusiasmo por aprender cada día más sobre esta disciplina.
El lanzador relata que muchos de esos niños con los que inició, ahora también forman parte de la selección nacional. “Somos, como se dice, una camada de la misma edad, que hemos venido creciendo juntos, todos nos conocemos desde chiquitos, somos amigos todos y nos llevamos súper bien”, comenta Martínez, que aseguró que esto ha sido vital para que el ambiente en el grupo sea el mejor.
A los 11 años, su sueño se detuvo por un tiempo, pues su padre (Juan Carlos Martínez) tuvo que emigrar a Estados Unidos y su madre, que era quien lo apoyaba para trasladarse a los entrenamientos y juegos, debió dedicarse a trabajar a tiempo completo, por lo que no tenía posibilidades de movilizarse hasta los escenarios deportivos.
“No había quien me llevara a prácticas, yo era pequeño, y lloraba porque no tenía quien me ayudara; me sentía mal, pues con esa edad no era independiente, no podía agarrar un bus yo solo. Pero después mi mamá comenzó a llevarme nuevamente y con el tiempo hasta me pagó un microbús para que me trasladara”, recordó Martínez.
A pesar de las vicisitudes en el ámbito familiar, el deseo de superarse creció y Martínez intensificó sus prácticas y el tiempo que le dedicaba a su deporte. Esto le permitió tener un buen rendimiento y hacer el salto de las ligas infantiles a las juveniles.
La primera convocatoria a la selección juvenil le llegó en 2013, cuando tenía 15 años, para conformar el equipo que participaría en el IX Campeonato Centroamericano Juvenil, en Managua, Nicaragua. Ahí, Martínez brilló y salió campeón con el combinado nacional.
Tan solo un año más tarde, en 2014, el lanzador recibió con sorpresa la convocatoria a la selección nacional mayor, de cara al Campeonato Centroamericano de Sóftbol, en Tegucigalpa, Honduras. “Me sentía feliz y nervioso al mismo tiempo porque yo era un niño, y ahí estaba en la selección mayor”, recordó.
A pesar de que el sóftbol siempre tuvo el primer lugar en sus gustos, Martínez aseguró que en su etapa universitaria practicó otros deportes como la natación y el voleibol, en los que se desarrolló muy bien, pero no de la manera excelente que buscaba, por lo que volvió a dedicarse completamente al sóftbol.
“Me involucré en otras disciplinas para ver si podía estar en un buen nivel, pero no era igual que el sóftbol. Me gustaba más y estaba teniendo mejores resultados en todos los niveles”, aseguró.
Salto al extranjero
En 2016, Martínez tuvo una actuación destacada en el Campeonato Centroamericano Mayor, realizado en San Pedro Sula, Honduras, lo que le valió para recibir ofertas de clubes regionales y dar el salto al sóftbol internacional, con apenas 18 años de edad.
“Después de ese campeonato, me llamó Wil Andino, dueño del equipo Azulejos (Honduras), yo acababa de cumplir los 18 años, y me dijo: ‘quiero contratarte para que vengas a jugar a mi equipo’. Fue algo increíble para mí, me sentía muy emocionado y asustado al mismo tiempo”, contó Carlos.
Con esa mezcla de emociones, el lanzador acudió a su madre para contarle de la oferta y de todo lo que eso implicaba. “Yo le dije a mi mamá que estaba feliz por la oferta y la oportunidad, pero también que tenía miedo porque era la primera vez que saldría solo y no sabía cómo me iba a ir. Pero mi mamá siempre me apoyó, y me dijo que no me preocupara, que todo me iba a salir bien y que fuera valiente”, relató Martínez.
Además de la oferta de los Azulejos (con los que jugó por dos años), el pitcher salvadoreño también recibió propuestas de dos clubes más, uno de Guatemala y otro de Nicaragua. Actualmente, Martínez aporta sus servicios entre semana al combinado chapín Piratas, y al club nica Empremar; mientras que, los fines de semana, viaja a Honduras para sumarse a las filas del Corsarios.
“He tenido la fortuna de que la federación me otorga los permisos para poder viajar entre semana a cumplir con los equipos en el extranjero. A veces son viajes del mismo día, es cansado, pero me gusta ir a jugar allá”, comentó el pitcher salvadoreño.
La experiencia como lanzador en los equipos de la región centroamericana le ha permitido fortalecer sus capacidades como jugador, pues “uno va adquiriendo más conocimientos, se le quita el nerviosismo, y se aprende a estar más concentrado en el partido”, consideró el jugador.
Después de cumplir su sueño de estar en la selección mayor y jugar con clubes extranjeros, Martínez aún tenía un anhelo: convertirse en entrenador. Este deseo creció aún más, cuando el pelotero se convirtió en uno de los pitchers más reconocidos a nivel nacional y era motivo de admiración para niños y jóvenes que iniciaban en el deporte.
Fue a comienzos de 2020 cuando Julio César Grijalva, presidente de la Federación Salvadoreña de Sóftbol, le dio la oportunidad de transmitir sus conocimientos sobre este deporte y ser entrenador de lanzadores de la Escuela de Sóftbol de San Salvador, en la categoría juvenil.
“Me sentí muy contento y halagado por la noticia, el coronel (Julio Grijalva) me dijo que yo era un muchacho bastante entusiasta, alegre, y conocía bastante sobre la posición (lanzador). Ya tenía muchos años de estar representando a El Salvador, entonces, tenía el conocimiento y la pedagogía para desempeñar el cargo”, contó Martínez.
Durante ese mismo año, a pesar de la pandemia, el atleta confirmó que participó en un curso de Planificación Deportiva impartido por la Federación Salvadoreña de Sóftbol, el cual le permitió especializarse sobre las funciones como entrenador.
Actualmente, Martínez tiene a su cargo 20 lanzadores juveniles, 10 chicas y 10 chicos. “Me siento orgulloso porque veo todo el proceso desde cuando inicié hasta ahora. Hoy, puedo compartir mis conocimientos con otros jugadores y me gusta contarles mi historia, mis inicios, cómo luché para llegar hasta aquí para motivarlos, que ellos tengan un ejemplo y sepan cuál es el proceso para llegar a la selección mayor”, señaló el lanzador.
A nivel personal, una de las metas que aún tiene pendiente por cumplir el lanzador es culminar su carrera profesional, pues Martínez hizo una pausa en sus estudios después de completar tres ciclos de la Licenciatura en Educación Física en la Universidad Pedagógica de El Salvador.
“Quiero sacar mi licenciatura, tener más conocimientos deportivos y mantenerme en la federación. Más adelante quiero aspirar a un puesto como gerente técnico de la federación”, comentó el pitcher.