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Una educación sexual amplia e integral en las escuelas no solo previene embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual, sino que también tiene el potencial de combatir la transfobia y la homofobia. Según un programa basado en evidencia en Estados Unidos, se ha visto una disminución en los prejuicios hacia personas LGBTQIA+. Esto se destaca en la revista Prevention Science.
Según un comunicado de prensa, los jóvenes estudiantes LGBTQIA+ a menudo experimentan homofobia y transfobia en la escuela, con consecuencias negativas a nivel académico y de salud mental. Sin embargo, las escuelas pueden tener un papel fundamental en el combate de esta discriminación, mediante políticas contra el bullying, organizaciones estudiantiles e incluso mediante programas de educación sexual inclusiva.
No obstante, recalca el comunicado, incluso las currículas de educación sexual que dicen ser inclusivas no siempre afirman todas las identidades de género y orientaciones sexuales de los jóvenes. Parte de esta situación proviene del silencio de profesores y programas de estudio frente a las problemáticas de la comunidad LGBTQIA+. También del marco heterosexista con el cual se presenta la información y de la patologización de la diversidad sexogenérica y de algunas prácticas sexuales específicas.
En contraposición, el programa FLASH utiliza un proceso muy sistemático para hacer inclusivos sus programas de estudio. De esta forma, además de contar con una sesión dedicada a las orientaciones sexuales y la identidad de género, cada una de sus lecciones provee de visibilidad a jóvenes de distintas orientaciones sexuales e identidades de género, en contextos diversos.
También normaliza un amplio rango de identidad y retrata a la juventud LGBTQIA+ en escenarios de cariño, satisfacción y relaciones saludables. Igualmente es inclusiva en el lenguaje, haciendo un uso balanceado de términos neutrales, como “pareja”, y otros específicos, como “novio” o “novia”. Finalmente, busca la relevancia de sus contenidos para todos y ayudar a los jóvenes a comunicar la información a otros adolescentes y sus familias.
Así, los investigadores evaluaron los resultados del programa FLASH de educación sexual integral e inclusiva en la secundaria en 20 escuelas del medio oeste y el sur de Estados Unidos. Tras realizar encuestas a los adolescentes a los tres y doce meses de iniciar el programa, los autores del estudio identificaron una reducción estadísticamente significativa en las creencias homofóbicas y transfóbicas. Esta disminución se observó tanto en alumnos cisgénero como no cisgénero, evidencia de la efectividad del proceso, según los especialistas.
Respecto a la discriminación de la población LGBTQIA+ en México, la Universidad Nacional Autónoma de México contabiliza un 75 por ciento de personas trans que padecieron discriminación por su identidad de género. Similarmente, seis de cada diez personas bisexuales consideran lo mismo, así como un 80% de personas con identidad de género no normativa o no binaria. Adicionalmente, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía cuenta un 9.8% de mexicanos quienes conocen a una amistad o familiar discriminada por su preferencia sexual.
Ante esta problemática, la educación sexual integral e inclusiva podría reducir la transfobia y la homofobia en la población cisgénero y heterosexual, disminuyendo las situaciones de discriminación y acoso. Asimismo, en el caso de las personas LGBTIQA+, reducir la homofobia y la transfobia internalizada ayuda a los estudiantes a sentirse bien consigo mismos, señalan los investigadores