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Desde 2015 surgió un fenómeno social, también entendido como una subcultura, al cual se le nombró tradwives, por la abreviatura de “esposa tradicional”. El concepto de tradwives se asocia con un segmento de mujeres que se dedican a crear contenido para redes sociales promoviendo la vida doméstica, la educación religiosa y valores tradicionales. En los últimos años, esta tendencia ha ganado popularidad en gran parte de Estados Unidos y países de Europa, como Holanda y Alemania.
El movimiento tradwives es sumamente controversial en redes sociales por la polarización de opiniones respecto al contenido que promueve regresar a los valores tradicionales como la utopía del siglo XXI. Sin embargo, diversos medios y usuarios de redes sociales, alertan sobre el “peligro” de ensalzar y dar visibilidad a un movimiento que atiende a fines comerciales y políticos y atenta contra la libertad y derechos de las mujeres.
Félix James Miller, periodista de Fairer Disputations, menciona, “las tradwives presentan una visión peligrosamente truncada y romántica de la relación entre hombres”. Si bien, como describe Miller, las tradwives tienen razón en defender la dignidad e importancia de la vida doméstica, los valores sobre los que sustentan esta defensa reducen el papel del hombre al sostén de la familia y lo excluye del resto de sus responsabilidades en el hogar. Relegando así a las mujeres a un papel en el cual las tareas domésticas y la vida familiar deben ser su prioridad.
Respecto a esto, la redactora Emma Waters considera, “esta tendencia se ha vuelto popular entre la generación Z al presentarse como una alternativa idílica a la vida urbana. Así, a través de relatos estéticamente agradables se conformó un movimiento en “contra” de las expectativas abiertas, donde todas las mujeres deben incorporarse a la fuerza laboral”.
Así, Waters sostiene el movimiento tradwives es una contrarevolución impulsada por el desencanto producido por el capitalismo en las mujeres jóvenes. Sin embargo, esclarece, esto debe ser analizado en totalidad, pues como otras tantas tendencias en redes sociales, las tradwives atienden a fines comerciales. Si bien, promueven el trabajo doméstico y al hombre como sostén económico, esto es ilusorio, pues gran parte de estas mujeres, monetizan este contenido. Aunado a esta contradicción, la reportera Sian Norris alerta sobre el trasfondo político al que atiende este movimiento digital.
De este modo, Norris sostiene que gran parte de la cultura de las “esposas tradicionales” es el miedo llamado “gran remplazo”. Una teoría de conspiración que cree las personas blancas están siendo sustituidas por personas migrantes del sur del continente y en la cual el feminismo es utilizado como un medio para reprimir la tasa de natalidad blanca a través del aborto. Así, Norris argumenta, “la vida tradicional se yergue en dos componentes esenciales característicos, la supremacía blanca y el patriarcado”.
Por ello, la visión romántica donde la solución de la vida de la mujer es ser ama de casa y la del hombre encontrar una “esposa tradicional” es sumamente peligrosa. Pues “idealiza” la visión sobre la mujer de un momento histórico en donde se reprimían sus derechos y libertades. “Para ambos, chicos y chicas, es muy peligroso ver esto porque solo se presenta el lado glamoroso y romántico y no la realidad, que es que si una mujer es completamente dependiente y sumisa a su marido, se vuelve muy peligrosa”, expresa la influencer Florence-Olivia Genesse.