¿Cuál es la clave para revolucionar la educación superior en Latinoamérica?

Desde hace treinta años la matrícula global de educación superior ha crecido de manera sistemática hasta unos 235 millones de personas, y se estima que en 2040, podría llegar a 549 millones.

Siguiendo esta tendencia, Iberoamérica aumentó a 33 millones de estudiantes, con una tasa de matrícula de 52%, lo que significa que como región se ha instalado ya en la fase de la universalización de la educación superior.

¿Pero esto es suficiente para asegurar que hemos revolucionado la educación superior en Latinoamérica?

Hasta ahora la educación superior se ha medido por la cantidad de conocimiento que el docente trae al espacio educativo.

En este momento, es vital cambiar ese enfoque, y medir la calidad de la enseñanza desde el aprendizaje, dice. Adriana Angarita, CEO de SénecaLab, institución de reconocido liderazgo en el ámbito de la educación superior, espacios gremiales y empresariales.

“Para generar un cambio radical, todo lo que haga en el aula debe ser sustentado, es decir ¿de qué manera lo que hago ha impactado al estudiante?, ¿puede demostrar su aprendizaje? Si hacemos esas preguntas desde el actor más importante de la educación superior, que es el docente, muchas respuestas comenzarán a cambiar, cambiaremos los métodos, las herramientas, la tecnología, y por ende la gestión de las instituciones educativas”, señala la Dra. Angarita.

La calidad de las instituciones debe ser sustentada con indicadores de graduación, de deserción o de empleabilidad. Por ello, lo más importante son los datos.

Es clave que las instituciones educativas posean sistemas académicos flexibles y permanentes que les permitan medir las acciones que toman y demostrar con resultados lo que están trabajando, frente a la sociedad, los reguladores y los rankings, y entender al estudiante como una persona única en toda su gestión.

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“Hoy en día, el estudiante requiere una personalización de la educación, y esto se adquiere con sistemas académicos lo suficientemente robustos que permitan la trazabilidad de la persona como individuo, del grupo como un todo, como una comunidad que está avanzando, del profesional de una carrera específica, de una facultad y de una institución educativa que está acompañando al estudiante”, asegura Angarita.

¿Existe un camino corto para llevar a las universidades de América Latina a los niveles de calidad de las universidades de Estados Unidos o Europa?

“El camino corto es fácilmente descriptible con la tecnología vista desde la gestión. Si hay algo que tiene, por ejemplo, el ecosistema de la educación superior norteamericana es que ellos están midiendo constantemente los datos públicos con los que pueden evaluar lo que están haciendo”, advierte la CEO de SénecaLab.

Afirma que en América Latina, la mayoría de nuestros países no comparte datos, lo que imposibilita validar o analizar los esfuerzos que se hacen.

“El camino corto es que el sistema académico de las universidades tenga la capacidad de acompañar al docente, y por ende que ese capital humano que gestiona la institución tenga la capacidad de utilizar datos que generen los cambios”, enfatiza la experta.

Agrega que serán los datos, la temperatura que demuestre si los métodos usados están teniendo buenos resultados, además se debe escuchar al estudiante como lo que es, el protagonista y centro del proceso de enseñanza y aprendizaje.

Para Adriana Angarita, se debe tomar la decisión de hacer una real transformación digital, que va más allá de tener carreras virtuales. La verdadera transformación es la manera diferente en que se toman las decisiones en las organizaciones.

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“Las decisiones dejaron de ser tomadas por hábito, por percepción o por influencia interna de la institución, ya que ahora deben tomarse basadas en los datos”, asegura.

Explica que cuando se cuenta con datos, incluso los tomadores de decisiones pueden empezar a predecir apoyados en la información, “es más fácil predecir, ya que cuando analizas comportamientos y tendencias, las instituciones pueden adelantarse a los acontecimientos, lo que les permitirá sobresalir en cualquier ámbito”.

Por otro lado, es importante que la legislación acompañe la transformación de los países para dar autonomía. Es fundamental que la legislación vaya de acuerdo a la innovación que requiere el país.

“Normalmente, las legislaciones fueron diseñadas para controlar, ahora se requiere que sean para innovar, para darte independencia y autonomía, y esa es la razón por la que muchos ecosistemas no innovan, por la falta de una legislación que facilite este proceso”, sostiene.

Necesitamos además esquemas de calidad, que generalmente los definen los estados a través de acreditaciones, donde esa calidad haga sentido con el resultado de la educación.

“No solamente una calidad académica, ya que se requiere que el empleador diga efectivamente esta es la medición que yo necesito para saber si esa Universidad tiene calidad o no, y que la empleabilidad tenga un aporte a la competitividad del país”, dice Angarita.

Para la especialista, la educación ha tenido muchos oradores y muchas ideas en el tiempo, pero lo que hoy necesitamos es “hacer”, y eso implica tener conversaciones bajo esquemas diferentes, apoyados en datos.