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En las décadas recientes, la incidencia de cáncer colorrectal en personas menores de 50 años experimentó un aumento alarmante, generando preocupación entre especialistas y autoridades de salud pública a nivel mundial. Este tipo de cáncer, que afecta al colon y al recto, tradicionalmente ha sido más común en poblaciones mayores, pero ahora está emergiendo en grupos etarios más jóvenes a una tasa creciente.
Según el oncólogo clínico Paulo Hoff, presidente de Oncología D’Or en Brasil, estudios recientes indican un aumento del 70% en la incidencia de este cáncer en jóvenes comparado con las cifras de hace treinta años. Esta tendencia ha llevado a países como Estados Unidos a adelantar la edad mínima recomendada para los exámenes de detección de 50 a 45 años, en un intento por combatir la enfermedad en sus etapas más tempranas.
El cáncer colorrectal es el tercer tipo de cáncer más común en hombres y el segundo en mujeres a nivel mundial, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Además, estudios realizados por el Observatorio Global del Cáncer de Naciones Unidas (Globocan) revelan que desde la década de 1990, la tasa de incidencia y mortalidad de este cáncer en menores de 50 años ha aumentado significativamente en varios países de América Latina.
En entrevista con NotiPress, Luis Acevedo, gerente de vinculación de la Asociación Mexicana de Lucha Contra el Cáncer (AMLCC) explicó, el estilo de vida moderno contribuye al desarrollo de cáncer colorrectal. Es uno de los cinco tipos de cáncer causante del 40% de las muertes en México.
Expertos como Mauricio Maza, asesor regional en prevención y control del cáncer de la OPS, también atribuyen este incremento a cambios en el estilo de vida, incluyendo dietas ricas en alimentos ultraprocesados y un aumento en la obesidad, el consumo de alcohol y el tabaquismo. Además, el uso indiscriminado de antibióticos tanto en medicina humana como en la industria ganadera podría estar influyendo en el aumento de estos casos.
Para combatir esta tendencia, expertos recomiendan la implementación de programas de detección temprana, como la prueba de sangre oculta en heces y la colonoscopia. La primera, aunque menos invasiva, sirve como un indicativo preliminar que puede señalar la necesidad de exámenes más específicos. La colonoscopia, por otro lado, permite una visión directa del colon y es capaz de extirpar pólipos que podrían convertirse en cancerígenos.
Ante esto, la detección temprana del cáncer colorrectal es crucial, ya que cuando la enfermedad se identifica en sus primeras etapas, la posibilidad de curación supera el 95%. Sin embargo, los desafíos persisten debido a la escasez de recursos y la baja adherencia a los programas de detección en muchos países.