NotiPress
De acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF), la transición hacia energías renovables está generando un cambio en la demanda y el tipo de materiales necesarios para las nuevas tecnologías. Este proceso presenta varios desafíos, especialmente en la adaptación y sostenibilidad de las cadenas de suministro de materiales. Para 2050, se prevé un crecimiento económico y la expansión de la urbanización impulsará una demanda global de materiales en un 30%.
Los materiales tradicionales, como el cemento, la madera, el hierro y el acero, serán los más solicitados, principalmente en el sector de la construcción. Sin embargo, esta creciente demanda está impulsada en gran medida por la necesidad de cumplir con los objetivos de emisiones netas cero y la adopción de nuevas tecnologías energéticas, incluyendo energías renovables, almacenamiento de energía e hidrógeno.
Un aspecto crítico de esta transición es el cambio hacia materiales nuevos y mejorados. Por ejemplo, los minerales esenciales, los polímeros artificiales y las fibras de carbono están apareciendo como componentes clave en la transición energética. Esta transformación está también impulsada por el cambio de materiales con alta intensidad energética y de emisiones a opciones más sostenibles, como el acero con bajo contenido de carbono.
Es por ello, la demanda de materiales para energías renovables y baterías estuvo experimentado un gran aumento. En 2022, la demanda global de estos materiales alcanzó los 72 millones de toneladas métricas y podría cuadriplicarse para 2050, alcanzando alrededor de 316 millones de toneladas métricas. Este incremento podría superar los 400 millones de toneladas si la transición energética avanza rápidamente.
A medida que la infraestructura energética mundial se expande para 2050, la red eléctrica duplicará en tamaño, alcanzando 145 millones de kilómetros. El auge de la Inteligencia Artificial (IA) está aumentando la demanda de energía y destaca la necesidad de actualizar la infraestructura de la red, requiriendo aún más materiales. Se estima, cada megavatio de capacidad energética en un centro de datos podría requerir entre 20 y 40 toneladas de cobre para actualizar la red, un recurso que ya enfrenta escasez.
Si la transición energética se acelera, podrían ser necesarios 18 millones de kilómetros adicionales de red, demandando aproximadamente 30 millones de toneladas de cobre adicionales. Por ello, las cadenas de suministro globales juegan un papel importante en la rapidez y el costo de la transición. Bajo la misma línea, se prevé la oferta de muchos minerales y materiales esenciales para las tecnologías climáticas clave enfrente escasez para 2030.
Minerales como el níquel podrían experimentar una escasez moderada, mientras el disprosio, para los motores eléctricos, podría enfrentar una escasez de hasta el 70% de la demanda. Esta escasez puede provocar picos de precios y volatilidad en las cadenas de valor, encareciendo las tecnologías necesarias y ralentizando la adopción de las mismas. Por ello, es importante sustituir materiales con alta intensidad energética y de emisiones por opciones más sostenibles.
Por ejemplo, el polipropileno podría reemplazar al acero en un 20% de la producción mundial, resultando en una reducción de 595 millones de toneladas de CO2, equivalente a las emisiones anuales de Alemania. De igual manera, reemplazar el 8% de las tuberías de cobre con plásticos HDPE/PVC podría ahorrar alrededor de 90 millones de toneladas de cobre y reducir las emisiones de CO2 en 285 millones de toneladas para 2050.