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La “trampa del ingreso medio” es un concepto que ganó relevancia en el análisis económico, aludiendo a la dificultad de muchos países para avanzar desde un nivel de ingresos medios hacia economías de altos ingresos. A pesar de experimentar un crecimiento sostenido y reducir significativamente la pobreza, estas naciones encuentran serios obstáculos para seguir progresando. Las mismas se encuentran atrapadas entre la competencia de los países de bajos costos laborales y las avanzadas tecnologías de las economías más desarrolladas.
En 2007, el Banco Mundial introdujo el término “trampa del ingreso medio” para describir la situación de muchos países. A pesar de haber experimentado un crecimiento económico y una reducción de la pobreza, no se logró alcanzar el estatus de economías de altos ingresos. Dicho concepto se aplicó principalmente en América Latina y Oriente Medio y, a lo largo del tiempo, esta trampa persistió, afectando actualmente a más de 100 países en todo el mundo.
Asimismo, la trampa del ingreso medio es un fenómeno complejo y se trata de una situación en la cual los países con ingresos medios enfrentan graves obstáculos para seguir creciendo, mejorar la competitividad salarial e impulsar la innovación. Estos países suelen implementar políticas basadas en la eficiencia económica superficial, provocando que sus economías se estanquen. El resultado es que estas naciones son más vulnerables a desaceleraciones en su desarrollo, sin lograr avanzar hacia el estatus de país de altos ingresos.
Por otro lado, el Banco Mundial clasifica a los países de ingresos medios como aquellos cuyo ingreso nacional bruto (INB) per cápita varía entre mil 136 y 13 mil 845 dólares. Esta categoría se subdivide en dos grupos: los países de ingresos medios bajos y los de ingresos medios altos. Aproximadamente el 75% de la población mundial reside en estos países, y de este porcentaje, un 66% vive en condiciones de extrema pobreza. Entre las economías atrapadas en la trampa del ingreso medio se incluyen naciones como China, Brasil, Turquía e India.
No obstante, el principal desafío para los países atrapados en esta trampa es la dificultad para aumentar la producción mediante la innovación. El informe del Banco Mundial destacó que muchas de estas economías dependen excesivamente de atraer inversiones, una estrategia donde se puede comparar con conducir un coche en primera marcha: lento y poco eficiente para avanzar al siguiente nivel de desarrollo. Aumentar la productividad y la innovación a gran escala es un reto complicado que, en muchos casos, podría llevar generaciones.
Escapar de esta trampa requiere un enfoque estratégico y el Banco Mundial sugirió un plan de tres frentes conocido como la estrategia 3i: inversión, infusión e innovación. En primer lugar, los países de ingresos bajos deben centrarse en aumentar la inversión en su economía. A medida que se acercan a la categoría de ingresos medios bajos, deben combinar esta inversión con una inyección de tecnologías avanzadas. Finalmente, cuando alcanzan el estatus de ingresos medios altos, la innovación se convierte en el elemento crucial para impulsar el crecimiento económico.
Un ejemplo claro de este enfoque es Corea del Sur. Durante las décadas de 1970 y 1980, el país aplicó políticas para fomentar la inversión privada y la eficiencia productiva mediante el uso de tecnología. Como resultado, su ingreso per cápita pasó de mil 200 dólares en 1960 a 33 mil dólares en 2023, siendo uno de los casos más notables de éxito en escapar de la trampa del ingreso medio.
Sin embargo, superar esta trampa no es una tarea sencilla, debido a que las economías de ingresos medios enfrentan hoy retos adicionales, como el envejecimiento de la población, tensiones geopolíticas y comerciales, y la necesidad de crecer sin dañar el medio ambiente. A pesar de estos desafíos, el Banco Mundial se mantiene optimista al afirmar que con la aplicación adecuada de políticas, el término “trampa del ingreso medio” podría quedar obsoleto en el futuro.